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Asunción una mujer que ha defendido a las mujeres indígenas en San Luis Acatlán.



Kau Sirenio Pioquinto
San Luis Acatlán.
Se llama Asunción Ponce Ramos,  es una mujer, que apenas lleva consigo un reloj de pulso, un par de aretes, como único medio para obtener medicinas fiadas en las farmacias, que requieren las mujeres parturientas, internadas en los hospitales, ya sea en San Luis Acatlán, Ometepec, Acapulco, o  en la ciudad de México, con una libretita que le sirve de directorio telefónico, de los directores de los diferentes hospitales, del jefe de salud reproductiva estatal, del centro nacional de equidad de género, así como de las líderes de las organizaciones feministas estatales, nacionales  e internacionales, a quienes llama para gestionar apoyos; así como un cuaderno donde anota sus actividades diarias, a pesar que por falta de recursos económicos y por ser mujer, pero eso no ha sido obstáculo  para que Doña Chona, así como la conocen en su comunidad Cuanacaxtitlán, continué en su labor social.
Desde que tenía 30 años, doña Chona, empezó como promotora de salud voluntaria, en su comunidad Ñuu savi, ahí aprendió los primeros pasos de la medicina, sin embargo, con el fin de ayudar a sus paisanas, incursionó, en el campo de la medicina alternativa, sin dejar de lado a las embarazadas, que por falta de dinero no pueden acudir a hospital para dar a luz, fue esa la necesidad que la llevó a participar en distintos talleres para parteras, con lo que fue unas de las primeras en ser certificada en el municipio de San Luis.
Asunción, nació en 1950 en la comunidad indígena ñuu savi  Cuanacaxtitlán, ubicada en el municipio de San Luis Acatlán, entre la región de la Costa Chica y La Montaña.
Su lengua materna, y su trabajo le permitió  acercarse a las mujeres, en sus propios contextos comunitarios y constatar la necesidad de buscar estrategias más cercana a su cotidianidad para disminuir los casos por este grave problema; el acompañamiento a las embarazadas de alto riesgo con urgencias ha sido su constante labor, así como la constante, denuncia  que ha hecho por la violencia de los derechos humanos que sufren las mujeres.
Narra que atendió su primer parto, cuando una mujer de muy escaso recurso le pidió que la atendiera, porque las otras parteras primero querían cobrar "en esa ocasión, yo estaba en mi casa, cuando  un señor llegó muy angustiado, para pedir que atendiera su esposa, sólo contaba con unas gasas y una tijera, con lo que ayudé a la señora".
Cuenta que, las relaciones con las mujeres de los distintos países, como colombinas, nicaragüense, salvadoreña, hondureña, peruana, francesa y guatemalteca, fue a través de los foros que le ha tocado participar, tanto foros nacionales e internacionales le ha permitido, conocer un poco más sobre la responsabilidad de los funcionarios de salud, así le ha servido estar de un lado a otro ya sea en burro o caballo, para trasladarse  a las comunidades,  para aplicar sus conocimientos, o bien viajar en avión a San Cristóbal o Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Doña Chona, de repente lleva una mano a la cabeza para acomodar sus trenzas, luego afirma, "aprendí, a defenderme como mujer, porque mis derechos como ciudadana, siempre esta relegada, primero como indígena, luego como mujer, por el simple hecho de ser pobre, estoy segura que esto me dio pauta, para reflexionar sobre la violencia contra las mujeres, tanto en el entorno familiar como institucional, o bien dentro de la comunidad; con ese coraje, con poco recursos, decidí enfrentar el grave problema que vive mi municipio, al ocupar primer lugar a nivel nacional en muerte materna, en 2005". 
Nunca desee casarme.
Cuando doña Asunción cumplió veintiún años, conoció la peor pesadilla, porque sin su consentimientos, sus padres la obligaron a casarse, con un hombre que nunca trató, pero el temor a ser castigada, o bien de que sus padres fueran objeto de rechazo en la comunidad terminó cediendo, con lo que procreo cuatro hijos, Misael, Abel, Vladimir y Anais, a los que le ha dedicado toda su vida; viviendo en una humilde casa, en muy precarias condiciones, con paredes de lodo, techo de tejas y piso de tierra, donde constantemente la buscan para solicitarle su intervención o apoyo, para resolver los problemas de las mujeres.
"Me casé, porque tuve miedo, a las críticas a mi papá, quien en ese tiempo era un líder destacado en la comunidad, cuando me pidieron la mano, él era secretario de la comisaría, pero también, ya había sido comisario, por eso no me quedó de otro que decir que sí, si hoy me volvieran a pedir que me case, estoy segura que les diría que no, ahora ya hemos caminado en la lucha por los derechos de las mujeres" exclama.
Luego con voz entrecortada recuerda, el por qué no quería casarse "cuando mi padre era comisario, me toco ver como llegaban las mujeres golpeadas a mi casa, unas, brutalmente golpeada, otras sin ropa, echada de la casa como cualquier objeto, que para el hombre ya no sirve, eso fue lo que me hizo rechazar en reiterada ocasiones el matrimonio lo  cual terminé aceptando"
Su formación académica.
Durante la época de Asunción Ponce, la comunidad de Cuanacaxtitlán, apenas contaba hasta tercer grado de primaria, cuyos únicos maestros eran, Cándido, Álvaro, y  Raymundo Abarca Alarcón, quien le dio clases, pero con el poco que ganaba don Fidel Ponce Silverio, su padre logró estudiar hasta quinto grado de primaria.
A pesar que no tuvo la oportunidad de conocer una universidad, pero habla con total soltura, sobre política, así como referencia medicas, para canalizar sus pacientes a los hospitales; temas como salud reproductiva, la participación de la mujer en la defensa de los derechos humanos y proceso de gestación.
Violencia institucional.
Dijo que las instituciones que más discriminan a las mujeres indígenas, son los hospitales, "me ha tocado enfrentar la insensibilidad de los directores, de los hospitales de Ometepec, Acapulco, y sólo porque me ven sola, o me ven mal vestida, y todo porque las mujeres no tienen dinero para pagar a los donadores de sangre, o para comprar medicamentos, eso ha hecho que nos rechacen" denunció.
Dijo además que el peor trato la recibió de parte de la doctora Domínguez, directora del hospital de Ometepec, quien le reclamó, cuando se quejó por que el personal del nosocomio se negó a recibir a una mujer que iba con complicación de parto, "le hablé a un doctor de Chilpancingo, para decirle que en el hospital de Ometepec no nos querían atender, y eso le causó enojo a la directora del hospital".
"Es por eso, que ya estoy preparando mi propio equipo para atender bien a las mujeres embarazadas, que consiste en comprar, una bascula, un metro de madera, para pesar y medir a las mujeres, para que de esta forma cuando las canalice, la atención sea más rápida" concluyó.
Doña Asunción, ahora tiene como meta concluir su primaria, luego hacer la secundaria abierta, pero además anunció que buscará que algunas instituciones le apoyen con una computadora portátil, para estudiar computación, que es lo que se maneja en estos días, por lo que dijo así mejoraré mi trabajo de referencia médica.
Ayer, Asunción Ponce Ramos, fue galardonada con el premio al merito civil "Gela Solís", máximo reconocimiento, que el ayuntamiento de San Luis Acatlán, otorga a la mujer que ha destacado en la defensa de los derechos humanos, salud, política, y desarrollo social, y que fue instituido por el cabildo el pasado mes de octubre.




  




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