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El hastío a la impunidad

Hontanar

Raúl Pérez García


Al futbolista paraguayo jugador del Club América de México e integrante de la selección nacional guaraní,  en el interior de uno de los llamados antros de lujo de la capital del país, le dieron un balazo. El proyectil no sólo mandó al quirófano y a una sala de terapia intensiva al futbolista en donde permanece en calidad de grave pero estable, también destapó una cloaca: las aguas sucias y las inmundicias de las poblaciones, siempre nauseabundas, pasan por las oficinas de gobierno de casi todo México, y la sociedad, propensa al vómito, exige a sus gobernantes el cese del estado de impunidad que nos ubica a la zaga del desarrollo social e impide  la evolución progresiva de nuestra economía a mejores niveles de vida.

   A cualquier empresario de centros nocturnos le corresponde entregar la mordida a la oficina de reglamentos de cualquier ciudad, y al funcionario recibirla y hacerse de la vista gorda para que se dé la violación descarada y cotidiana de la ley.

   El bar Bar, de la ciudad de México, de acuerdo al reglamento, debía estar cerrado a las 2.30 A.M., pero a las 5.30, el famoso futbolista fue herido de gravedad por una persona aparentemente civil cuando en la República Mexicana está prohibido portar armas a quienes no somos miembros de las fuerzas armadas y de los cuerpos policíacos: dos violaciones a la ley, tan habitual como respirar, puesto que en la capital de la República, como en Chilpancingo, Taxco, Iguala, Ixtapa-Zihuatanejo y Acapulco, es una gracia habitual que los bares y cabarés permanezcan abiertos después del horario oficial,  y que entre la clientela haya gente armada, ya sean estos de la delincuencia organizada, de la desorganizada o policías y militares parranderos.

   Ya que la impunidad que proviene de la corrupción endémica trastoca la seguridad del Estado de Guerrero, nos centraremos en esta entidad suriana, en sus principales ciudades, y en especial en Acapulco.

   ¿Cuántos bares, cantinas, discotecas y demás centros diurnos y nocturnos trabajan al margen de la ley? ¿Cuántos casos como el del bar Bar han acontecido sin escándalo posterior por no ser la víctima miembro de la cofradía de los famosos? ¿Esperan los señores presidentes de las principales municipalidades que un cofrade del círculo de la fama sea abatido por las balas de la impunidad para hacer respetar los reglamentos?

   Muchos.

¿Por qué?

   Por la sencilla razón de que las oficinas de Reglamentos son meras oficinas recaudadoras de sobornos, con o sin el conocimiento de los señores alcaldes.

   En Chilpancingo los bares proliferan, y si le damos el valor agregado de la asistencia consuetudinaria de los integrantes del crimen organizado, se están convirtiendo en una bomba de tiempo.

   Pero el estallido de esos explosivos temporales sería más estruendoso y causaría más daño si se da en Tasco, Ixtapa-Zihuatanejo y Acapulco, en donde la cofradía de la fama suele asistir a sus centros nocturnos, sin omitir el perjuicio social y político que provocaría en las ciudades de Iguala y Chilpancingo.

   En Acapulco hay una zona de tolerancia a la que asisten los obreros, vagos y malvivientes de poca monta económica. La gran zona de tolerancia está en las principales avenidas, destinada al turismo y a la clase pudiente de la localidad.

   Los centros taiboleros están prácticamente sembrados en las áreas privilegiadas, con horarios extensivos según el criterio de los lenones, pasándose estos el reglamento municipal, como decía  el  sorpaso del clásico cinematográfico italiano, "por las tumbas etruscas". La cosecha de esos privilegios meta legales es cuantiosa en lo económico. ¿No esto una muestra de la impunidad que prevalece como enfermedad social cónica en casi toda la República?

   ¿A qué hora cierran las discotecas y canta bares de las principales ciudades guerrerenses? En Chilpancingo, no hace mucho una plácida capital provinciana, ahora es una gran ciudad con el consabido deterioro social que causan los antros de vicio para reglamentarios, y en Acapulco hay zonas turísticas, como la de La Quebrada, en donde día y noche se expenden bebidas alcohólicas en la vía pública.

   Los Ayuntamientos están obligados a acabar con la impunidad. Respetar y hacer respetar los reglamentos locales, así como los federales y estatales, es una responsabilidad intrínseca de los alcaldes.

   Quienes no lo hagan están cavando su tumba política, pues la ciudadanía ya está hastiada de la impunidad. (hontanar46@hotmail.com)

 

 

 

 




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